Cómo es, niñez en ruinas,
que sonries fácilmente mientras lamento tu muerte.
Aquí un puñado de manos deformes
limpian la verdad de tu frente.
Allá una lengua negra engullía tus pasos apurados.
Te ví morir adolorido y me condené a seguir tu sombra
debajo de un pedazo de papel.
Ahora comprendo esa falsa sonrisa
tú y yo sabemos bien esta historia de colores.
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