miércoles, 19 de marzo de 2008

Merece continuación?

Esto no tengo idea de para qué empecé a escribirlo ni qué fué lo que me motivó.
Sin embargo leyendolo, me persiguió la idea de continuarlo y ver hacia donde podría desembocar. Obviamente que no voy a continuarlo.


Lentamente abrió los ojos. Se sintió algo enceguecido por el potente rayo de luz solar que atravesaba gran aprte del bosque y de la profundidad de la cueva en esa mañana. Sus manos completamente cerradas y algo azuladas, delataron la tensión con la que había decidido echarse a dormir. Tenía el pecho y la espalda dominados por el dolor y vió tristemente el escasamente inútil movimiento de sus alas. Tenía las plumas largas, delgadas y cubiertas de un triste color de piedra. Sus piernas continuaban siendo devoradas por las llagas que le producía el suelo y sus pies estaban cuarteados por alguna infección extraña, producto de haber caminado descalzo por más de siete años (en realidad se trataba de barro seco en sus pies, pero no se había dado cuenta) -JAJAJAJAJ! QUE TAL ROCAZA...! ok... continúo...

Decidió ponerse de pie para iniciar la última etapa de su caminata, decidió también caminar tanto como se lo permitiera el hambre o la sed. Por un momento quiso pronunciar unas cuantas palabras, pero prefirió disfrutar del sonido del viento que se colaba por las paredes de su guarida hasta internarse en lo más oscuro. Sonrió, asentó los pies en el suelo, cerró los puños fuertemente y trató de erguirse.
No pudo.

Su mirada se perdió en la lejanía del bosque, a setecientos metros de distancia -si se arrojaba al vacío- y a noventa días -si es que escogía descender por el laberinto de túneles que sorteaban la colina-.
Desde la boca de la cueva observó el sol. Bajó la mirada. Giró la cabeza para observar el movimiento de sus alas. Sintió despedazarse frente a lo inutil que le resultabas sus alas en ese instante. Cerró los ojos, extendió los brazos para sujetarse del cielo; finalmente, el arcangel echó un aullido largo sobre el viento que en ese momento retornaba por las paredes de su guarida, impulsandose sin mucha energía hacia la gran masa de aire que lo separaba setecientos metros del bosque donde todavía lo esperaba la vieja Gálida.



A este punto, después de transcribir con ciertos arreglos, determino que este papel debió irse al tacho sin llegar hasta aquí. Muy malo. No merece continuación.

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